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Historia de la Cofradia

RESEÑA HISTÓRICA REAL COFRADÍA DE LA VENERABLE Y SANTA ESCLAVITUD “CRISTO DE LOS GASCONES” La iglesia de los Santos Justo y Pastor, conocida popularmente como San Justo, es una parroquia situada fuera de la muralla de Segovia, en la zona sur de los arrabales. Este monumento, que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1996, cuenta en su interior con magníficas pinturas murales del románico y la imagen de un cristo yaciente muy particular: el Cristo de los Gascones. A esta escultura se le atribuyen sucesos legendarios. “...El Santo Cruçifixo de Sathiuste es un cruçifixo que le truxo una yegua blanca, quebrados los hojos. En su seguimiento venían unos gascones de tierra de Gascuña, que como en aquellas partes oviese siete lugares, cada cual lo quería para sí. Acordaron de ponelle encima desta yegua y ponelle a do parase, y vino la yegua a parar en Santhiuste, iglesia do hicieron esta parrochia. Mucho tiempo estuvieron las herraduras señaladas a la entrada en una losa. El Cruçifixo, según dio testimonio un clérigo que le vio y murió dende a tres días, está echado con una mano en el costado y el otro brazo tendido...” El Cristo de los Gascones, pertenece al modelo iconográfico que toma sus referentes de las tradiciones centroeuropeas que conmemoraban el ciclo de Pasión. Eran figuras articuladas, construidas expresamente para ser utilizadas en ceremonias litúrgicas de Semana Santa, que a su vez están imbricadas en los orígenes mismos del teatro medieval. La ceremonia fundamental entre todas ellas, era la que recordaba su entierro y posterior resurrección a través del rito conocido como Deposito -Elevatio - Visitatio , recogido en el Liber Ordinarius de Essen . En España los antecedentes más remotos nos acercan hasta tierras del viejo reino de Mallorca a finales del s XIII, pero hubo que esperar hasta los dos siglos siguientes para que el rito se extendiera por Cataluña y Valencia, y en mucha menor medida por Castilla. La tradición continúa viva en numerosísimos lugares a lo largo de la geografía española, como Bercianos de Aliste en Zamora o Villavicencio de los Caballeros, en la provincia de Valladolid. Con bastante probabilidad, el Cristo conservado en San Justo fue utilizado en este tipo de ceremonias, si no se talló específicamente para ello. La articulación de los hombros y brazos, permitiría descenderlo de la bóveda del presbiterio, donde aún hoy son visibles los orificios que servían para colgar la figura, depositándolo en un sepulcro que se mostraría vacío como prueba irrefutable de su Resurrección. La primera referencia documental que describe la procesión del Cristo de los Gascones aparece en el Libro Inventario de la Cofradía, y está fechada el 12 de abril de 1628. Existen además numerosos testimonios conservados acerca de procesiones realizadas con la que fuera la imagen más venerada de Segovia, a la que acudían en rogativa la Ciudad, la Tierra y el Cabildo de la Catedral en casos de grave calamidad pública (sequía, hambre, peste, guerras o temporales...). Sin embargo, sólo ha llegado hasta nosotros un testimonio que remita a una ceremonia puramente teatral, en los términos que especificábamos: “En esta ciudad hay una calle que nombramos Calle de Gascos. Estas calles poblaron gascones y de ellos tomó el nombre. Eran obligados a representar cada año la pasión de Nuestro Señor.” Éste documento, lejos de arrojar una luz clarificadora sobre el tema que tratamos, suscita aún más dudas sobre su porqué, cómo, y cuando. Lo que sí parece claro, es que, en la iglesia de San Justo en Segovia, se desarrolló una de esas ceremonias, que explican en cierta medida el nacimiento del teatro moderno, ya que, desde la perspectiva actual, parecen reproducir los diversos componentes del espectáculo teatral: el texto entendido como una prefiguración del libreto, los actuantes como actores, el espacio como escenario, la decoración como atrezo y la comunidad como público. La extraordinaria llegada del Cristo de los Gascones a Segovia, fue el origen de una serie de transformaciones que sin este hecho no hubieran sido posibles. "En el período comprendido entre la repoblación de la ciudad y fines del siglo XIII, Segovia adquiere, en rasgos generales, la configuración que actualmente tiene; las iglesias románicas ya se han alzado y los barrios se han ido formando a su alrededor". En torno a la ermita de los Santos Justo y Pastor y la iglesia de El Salvador, al S. E. de la ciudad, en las lomas de "El Cerrillo", extramuros, quedó establecido un arrabal, fundamentalmente definido por gentes que vivían del "tráfago y obraje de los paños". Industria que sin otra alternativa que la de seguir las rutas del agua, en esta zona se alimentaba de la "cacera madre" del Acueducto. Y estas gentes, trabajadores de "uñas azules", contestatarios frente a los "buenos burgueses, instalados y honrados" de la zona alta y amurallada de la ciudad, van a ser testigos hacia comienzos del siglo XIII, de un acontecimiento que sin duda alguna, despertará el fervor popular, pues "dicen personas muy antiguas desta Ciudad que oyeron decir a sus pasados" que "una compañía de Gascones y Alemanes tuvieron fuera destos Reynos un Christo, con una esquila, o campana pequeña y fue tanta la devoción que todos le cobraron que cada uno le quería para sí. Pues como les fuere forzoso el salir de aquella tierra donde se hallaban, deseando todos llevar consigo esta devota Imagen, quisieron saber la voluntad de Nuestro Señor donde era servido le llevasen. Para esto se juntaron todos y vinieron en un acuerdo y parecer, que se le hiciese una caxa en donde le meter y se buscase una yegua a la qual le sacasen los ojos y le pusiesen en ella, y que, puesta en camino, donde esta yegua llegase y parase, quedase allí el Christo y ellos todos en compañía y guarda del. Y es tradición muy antigua y recibida en esta Ciudad heredada de padres a hijos, que puesta la yegua sin ojos en camino, y sobre ella la caxa con el Christo, y la esquila al cuello de la yegua, anduvo la yegua muchos días sin parar por diversas partes y los Gascones y Alemanes en su seguimiento, hasta que entro en España y vino a parar a esta ciudad de Segovia. A donde, paro por la iglesia de San Salvador, entro por una puerta y saliendo por la otra, camino de la calle abaxo, y vino a parar a la iglesia de Sancti Justi, que entonces era ermita y entrando en ella se arrodillo junto a un poyo, y acostandose hacia el con la caxa del Christo, rebento alli por medio. Viendo los Gascones el prodigioso caso, entendieron todos, era la voluntad de Nuestro Señor, se quedase en aquella Yglesia esta Santa Imagen de Christo Redentor". "Procuraron también de quedarse todos en Segovia, en compañía y guarda del Santo Christo. Y porque los Gascones se apartaron a vivir todos juntos baxo desta yglesia, hazia la plaza del Azoguejo, vienen a esta Ciudad a llamar aquella calle, la calle de los Gascones, y hasta el dia de hoy repite este nombre aunque algún tanto corrompido el vocablo, le llaman al presente Cal de Gascos. Y porque los Alemanes se apartaron a vivir juntos, junto a esta Yglesia, hacia la baxada donde el día de oy esta el palacio y casa de las Plagas, vinieron a llamar los segovianos al arroyo que pasa por alli cerca, el arroyo Aleman, y hasta el dia de hoy retiene este nombre". "La esquila o campana pequeña que traxo al cuello la yegua, se puso en la torre de la iglesia de Sancti Justi, y por diversas veces se ha quebrado: y añadiendo siempre metal campanil la han hecho mayor de lo que era. Dicen personas ancianas desta Parrochia, que todas las veces que alguna muger esta en peligro de parto, y tañe esta campana a parto, libra Dios milagrosamente a la madre de semejante pelígro y sale a la luz la criatura". La imagen que allí llegó y que aún se conserva en esta iglesia, es la figura en madera policromada de un Cristo de brazos articulados, movilidad que le serviría para poder representar la ceremonia del Descendimiento. Junto a estas características, observamos en su talla dos pretensiones bien diferentes, los rasgos ideales del rostro que muestra una serena belleza y actitud, invadidos del espíritu gótico, se contraponen a un cuerpo todavía románico que manifiesta su esquematismo y rigidez en los surcos de las costillas, los pectorales en esclavina y el paralelismo y simetría de los pliegues de la vestidura. Valorable más por su función y contenido religioso que por sus méritos artísticos, esta imagen despertó tan devoción y veneración popular por su "extraño y prodigioso caso" que a partir de ese momento, la ermita de los Santos Justo y Pastor va a sufrir una serie de transformaciones, como ya anunciábamos, en su estructura y ornamentación que la van a convertir artísticamente hablando, en una de las iglesias más importantes de la ciudad. Se construye entonces la torre, en cuya base se instala una capilla para albergar al Cristo. Capilla, cubierta con bóveda de crucería y que viene a ser por la talla de su portada, junto a la iglesia de San Millán, uno de los escasos ejemplos en la ciudad de escultura aplicada al tímpano. En él, se representa una iconografía ligada al tema de la muerte, contenido íntimamente relacionado con la imagen del Cristo. Así, policromadas y en el interior del tímpano, aparecen la figura de Santa Elena, madre de Constantino emperador y fundador de Constantinopla, adornada con la corona y el manto imperial, portando en su mano un pomo, al igual que las otras dos damas que la acompañan. Junto a éstas, la figura del obispo Macario (10), sentado en silla de tijera, presencia la escena que en definitiva viene a ser la visita de la emperatriz al Santo Sepulcro, aquí representado sobre arquerías y cubierto por un arcosolio que a su vez cobija una cruz de tipología visigoda. Rematando la escena, un ángel esparce incienso sobre el túmulo. Estas imágenes, posteriores al Cristo, llevan consigo una serie de avances estilísticos, aunque su estructura en sí sea aún románica; el movimiento de los plegados de la Santa, el del propio incensario, la blandura de la talla y expresión de los rostros así como la incipiente comunicación entre algunas de estas figuras, nos hablan de ese espíritu natural e idealista a la vez, con el que empieza a caminar el estilo gótico. Una archivolta plana, rematada con el taqueado jaqués, enmarca finalmente la escena. En ella y siguiendo la temática anunciada, aparece una máscara de cuya boca salen dos tallos que entrelazan en sí mismos para luego, tras el recorrido a lo largo de toda la archivolta, regresar a la citada máscara, introduciéndose de nuevo por sus orejas. Estos tallos y la máscara de donde parten y a la cual regresan, vienen a representar "la realidad de la tierra, que engendra todos los seres, los alimenta y, tras la muerte, los recibe de nuevo en su seno". A estas novedades arquitectónicas y escultóricas, han de añadirse las pinturas del ábside, bóveda del presbiterio e intradós del arco triunfal, realizadas en un estilo "rudo y expresivo, de carácter popular y de notoria influencia oriental, recibida a través de biblias y beatos mozárabes". Y si anteriormente hablábamos de una temática influida por el carácter de la imagen del Cristo y por tanto relacionada con la muerte, de nuevo el contenido no varía: la Santa Cena, el beso de Judas, el Prendimiento, el Calvario y el Descendimiento, son los motivos que dominan en estos frescos, amén del Pantocrátor rodeado por los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, la figura del Cordero y otras desnudas entre las que destacan Adán y Eva tentados en el Paraíso. Animales como peces, aves e incluso un elefante, completan el conjunto de figuras representadas. La iglesia, así enriquecida, fue centro de atención y devoción en muchos siglos; allí en el mes de julio de 1530 recibió el bautismo San Alonso Rodríguez, mercader de paños, que, "habiendo pasado por el trance de ver morir a su esposa y a sus hijos, alcanzó, como coadjutor de la Compañía de Jesús, las cumbres de la santidad.". Cercana a esta fecha y a juzgar por el estilo artístico, gótico final, aparece en el presbiterio la escultura en alabastro de un caballero que de rodillas lee un libro; ataviado según la moda de los Reyes Católicos, en el muro del fondo del arcosolio que le cobija podemos leer "Aquí está sepultado Pedro de Avela, oficial y criado de sus altezas al rey don Fernando y la reina doña Isabel". Emparentada en estilo con la sepultura de Beatriz Pacheco del Monasterio del Parral, junto a ésta, ha de considerarse como una de las obras de mayor calidad escultórica de la ciudad de Segovia. A las transformaciones espirituales y materiales hasta aquí vistas, hemos de añadir el asentamiento de la compañía de Gascones y Alemanes que custodiaron al Cristo; su presencia además de dar nombre a una calle (de los Gascones) (14) ya un arroyo (Alemán (15), fue foco de atracción para los emigrantes que del norte de la Península llegaron a Segovia atraídos por el comercio e industria de la lana que impulsaron con tal ahínco junto al resto de los pobladores de la zona, convirtiéndola en los siglos XVI y XVII en lugar de residencia de los más ricos fabricantes de paños de la ciudad. Pero todos estos hechos pertenecen al pasado y hoy el barrio del Salvador es uno de tantos, sin especial significación en el conjunto de la ciudad; sólo la iglesia de San Justo, donde sigue permaneciendo la imagen del Cristo al que nos hemos referido, tras un largo período de abandono, ha vuelto a adquirir notoriedad gracias al descubrimiento (16) y restauración de sus pinturas y a los conciertos que aprovechando la belleza de las mismas se celebran allí anualmente, con motivo de la Semana de Música de Cámara. ORIGENES, ANTIGÜEDAD Y RAIGAMBRE TRADICIONAL La Historia de la Semana Santa de Segovia se documenta desde el siglo XVI aunque con toda certeza se celebraba con anterioridad como parece justificarlo la imagen del Cristo de los Gascones y su tradicional procesión de Santo Entierro. El espíritu castellano de nuestra Semana Santa es reflejo de más de quinientos años de historia. En sus orígenes se celebraban procesiones de “disciplina” el Jueves y Viernes Santo por diferentes cofradías y esclavitudes. Junto a la “disciplina” de Viernes Santo se documenta también la procesión del Santo Entierro con la imagen de Cristo yacente popularmente conocido como “Cristo de los Gascones” acompañado de una Soledad desde la iglesia de El Salvador hasta la Catedral y posteriormente “El Descendimiento” y la procesión de “Los Pasos”. Durante unos años a esta procesión del Santo Entierro se incorpora la imagen de la Virgen de los Siete Cuchillos “fijados en el pecho y son de yerro con los pomos y cruces de plata” que se veneraba en el convento de San Francisco por la Venerable Orden Tercera. Este acompañamiento suponía para esta devoción un importante esfuerzo por el gasto en cera. Así, en 1740 se elevan a 550 reales. El marco legislativo de las cofradías se remonta a los años 1462 y 1473 y vienen del mando del Rey Enrique IV pero no será hasta una pragmática de 1534 cuando se regulen el funcionamiento de las cofradías de carácter estrictamente religioso suprimiendo con ello las de carácter civil. La autorización para la fundación de una nueva cofradía debía ser aprobada por el Prelado y la autorización Regia. Para su control se servían de la persona del Corregidor cuya función era “vigilar de que no se hagan excesos en gastos de cofradías, ajenos al verdadero culto, así como que no se erijan nuevas sin el permiso correspondiente”. Años más tarde, el Concilio de Trento, en los capítulos 8 y 9 de la sesión XII de 17 de noviembre de 1562, se señala el papel que ha de corresponder a las cofradías en el proceso de Reforma católica, como instrumento de marcado carácter laical En Segovia se venera el Cristo yacente, popularmente conocido como Cristo de los Gascones en la iglesia de San Justo y Pastor. El hecho de que este Cristo se encuentre con las pinturas románicas de fuerte contenido cristológico y salvífico, refuerza la hipótesis de haber escenificado en este lugar el ritual del Desenclavo. Para Matilde Azcárate esta figura articulada probablemente era suspendida durante la celebración de la Semana Santa de la bóveda del presbiterio donde aún son visibles los orificios que servían para colgar la figura. Así, con Cristo en el centro, el sacerdote podía explicar todo el desarrollo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo induciendo a los fieles a la oración y recordarles el valor de la penitencia y la Eucaristía como medios de acceder al cielo. Según la tradición una de las cofradías más antiguas de la ciudad de Segovia es la cofradía del Santo Entierro, encargada de realizar la procesión del Santo Entierro con la imagen del Cristo yacente. Esta cofradía parece estar ya fundada en 1459 pues se constituyó un censo a su favor, según escritura pública de 25 de julio ante Alfonso Pérez de Villalar. Esta cofradía estaba integrada por la Curia Civil y Eclesiásticas con todas las insignias de la Pasión de Cristo y ocho armaduras o corazas denominadas de Los Gascones pues según la tradición fueron los Gascones los que desde Francia trajeron esta imagen de Cristo en el sepulcro. Finalizado El Descendimiento el día de Viernes Santo, en horas ya de la tarde, se colocaba a Cristo en una urna para llevar a cabo la procesión del Santo Entierro por las calles de la ciudad. La imagen salía de la desaparecida ermita de San Antolín o desde la sala de juntas de la cofradía –finalizada en 1703- en torno a las 17.30 horas. Si salía desde San Justo recorría las calles de San Antolín, San Juan, San Agustín, Plaza Mayor –con Sermón en la Catedral- para retornar por la calle de Juan Bravo. Esta procesión del Santo Entierro despertaba gran devoción entre los vecinos de Segovia que iluminaban sus balcones con hachas de luz. En el año 1783 Carlos III emite una Real Cédula por la que se obligaba a las hermandades a registrar o ratificar sus reglas o estatutos ante el Consejo de Castilla. Años después en 1797 el monarca une ambas devociones bajo la advocación de la Real Cofradía de la Santa y Venerable Esclavitud y Santo Entierro de Cristo de los Gascones. En el año 1905 don Julián Miranda y Bistuer fue consagrado como Obispo de Segovia. Entre sus primeras actuaciones en la Diócesis de Segovia se cita la reorganización de la Procesión de los Pasos de Semana Santa. Esta medida fue tomada por el Obispo por varios motivos. El primero de ellos porque hacía tiempo no se celebraba la procesión de los Pasos por la multitud de cultos que se solapaban; porque consideraba que de este modo podía normalizar las celebraciones y devociones en torno a la Pasión de Cristo y finalmente porque los gremios relacionados con la industria textil ya habían desaparecido lo que había provocado la desaparición de la procesión de los Pasos. En el año 1906 el Obispo realiza un viaje a Barcelona para encargar la colección de “pasos procesionales” a la Escuela Catalana. Jesús orando en el Huerto de los Olivas, Jesús azotado por dos sayones, Ecce Homo, Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas, Cristo Crucificado, Soledad de maría y Jesús en el regazo de su madre. Estos “pasos” que narran la Pasión de Cristo fueron realizados por los artistas catalanes Jospeh Rius, José Quixal y Sebastián Sanabrá. El prelado costeó el traslado de las imágenes de su peculio particular y pedía a los componentes de los gremios que se comprometieran a llevarlas en procesión en un número superior a 20 personas con vela en mano y que contribuyesen con una pequeña cuota o aportación para la compra de las mismas. “Jesús Orando en el huerto de los Olivas”. Jospe Ríus. El paso que existió en el siglo XIX estuvo a cargo del extinguido gremio de apartadores y el adquirido en 1907 pasa al Gremio de hortelanos y labradores. - “Jesús azotado por los sayones” de José Quixal: “Desde la más remota antigüedad el Cristo atado a la columna era sacado en procesión por los albañiles, carpinteros, canteros y pintores” por este motivo el Obispo entrega este paso a estos mismos profesionales. “Ecce Homo”. José Rius. Gremio de herreros, hojalateros, carreteros, plateros, forjadores y fumistas. - “Jesús Nazareno”. José Quixal: Gremio de zapateros, fabricantes de curtidos y almacenistas del calzado. - “María Magdalena junto a Jesús Crucificado” de Sebastián Sanabra: Panaderos, fabricantes de harinas, almacenistas de colonias, tenderos de comestibles y Arte de imprimir. Antiguamente este paso pertenecía al desaparecido gremio de tejedores. - “María Santísima al pie de la Cruz teniendo en su maternal regazo al cuerpo frío y ensangrentado de su Hijo” de José Quixal, llevado por los Colegiales del Seminario Conciliar. - “La Soledad de María” de Sebastián de Sanabra: Gremio de los sastres que desde tiempos antiguos venía dando devoción a la imagen. Es la cofradía de la capital más antigua que procesiona en nuestros días, junto con las de las Cinco Llagas del hoy barrio incorporado a Segovia de Zamarramala. Su origen y fundación data del día 6 de Septiembre de 1647 y el mayor esplendor es durante los siglos XVIII y XIX. En el año 1703 es bendecida por el Obispo Mendoza la ampliación de la Iglesia de San Justo, sacristía y capilla de la esclavitud, donde se custodia la imagen titular de la cofradía y un cuadro del descendimiento de Juan Vélez. Las obras dieron comienzo en el año 1666. En el año 1794 el Rey Carlos III otorga a la Cofradía el título de “Real”, pudiendo utilizar en todos sus actos el estandarte Real. Posteriormente y durante el reinado de Carlos IV aparecen las constituciones y ordenanzas de la venerable esclavitud del santísimo cristo del sepulcro aprobadas por R.L. y supremo consejo de castilla de 24 de Diciembre de 1796, dando fe el escribano D. Bernardo Gil y aprovechando tal situación se renovaron los estatutos, que se han ido actualizando a lo largo de los años hasta nuestros días. En el año 1869 el Ayuntamiento de Segovia dejo de costear una lamparilla que constantemente permanecía encendida (durante más de dos siglos), junto a la imagen del Santo Cristo en la capilla de San Justo desde tiempos en los que salía en procesión con motivo de la Semana Santa y de rogativas en tiempos de sequía, plagas o acontecimientos de toda índole. Desde que la cofradía fue fundada utiliza el símbolo de la “S” de santa entrelazada con el “Clavo” que recuerda a la Crucifixión del Señor. La imagen titular de la cofradía es el Cristo Yacente, llamado Cristo de los Gascones, del siglo XII, tallado en madera policromada, de escultor anónimo y articulado para representar el descendimiento. Puede ir revestido y en urna, o bien descubierto y sin urna. Hay constancia que la imagen salía en procesión, al menos, desde el año 1628 (12 de Abril). La historia de este Cristo está ligada a la propia de Segovia y a su repoblación. Cuenta la leyenda que apareció en un pueblo fronterizo de las Gascuña (sur de Francia). En disputa por su propiedad dos localidades, decidieron los habitantes de las mismas someterse a juicio divino, montando la imagen sobre una burra y hacerla caminar sin rumbo. Finalmente, el animal llego con el Cristo hasta Segovia, cayendo muerto ante la Iglesia de los santos Justo y Pastor, adquiriendo la denominación de “Cristo de los Gascones” y rindiéndole culto hasta nuestros días en la citada Iglesia. La cofradía también procesiona otras dos imágenes de pequeña dimensión en el Vía Crucis del Jueves Santo por el barrio y junto al acueducto, que son una Dolorosa y el Cristo de la Espina. La cofradía porta dos réplicas del estandarte real (el original se encuentra en el museo de la S.I. Catedral), bandera de color negro con aspa en color morado. Tres verónicas con la Santa Faz, estandarte de la Cofradía y estandarte del Ilustre Colegio Abogados de Segovia. El Cristo, sustituida su caja por una urna barroca de paredes de cristal, permanece inmóvil hasta el período de Semana Santa, en que es sacado en la procesión del Viernes por los miembros del Colegio de Abogados de la ciudad, Cofradía de la que el Cristo es su Santo Patrón.

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